Para una buena conservación hay que evitar el contacto con colonias, perfumes, cremas… Los productos más delicados son los chapados en oro. La plata ennegrece pero es muy fácil de limpiar: hay unas gamuzas que la limpian sin ensuciar las gemas.

 

En general, lo más sencillo de utilizar para la limpieza del 90% de las piezas de joyería es una solución de agua tibia y un detergente líquido suave (de lavar ropa), en una proporción de tres partes de agua por una de detergente líquido. Esta solución jabonosa se coloca en un recipiente profundo de cristal o cerámica, y se introduce en ella la pieza que se desea lavar, cubriéndola en su totalidad. Las piezas inmersas se deben dejar reposar un par de horas, para que la solución penetre en las ranuras y afloje las partículas que se hayan acumulado.

Los ópalos y turquesas son porosos: es mejor solo usar una gamuza seca.

Si las piezas que se van a limpiar poseen muchas piedritas que podrían soltarse, se aconseja utilizar un pequeño colador que sirva para recoger cualquier elemento que se afloje, por más pequeño que éste sea. Adicionalmente, se puede utilizar un cepillo de cerdas muy suaves o una brocha de maquillaje para ayudar a la limpieza.

Las perlas son delicadas y necesitan que se usen. Se deben limpiar con un pedazo de tela y se deben guardar en una bolsita de tela (seda o terciopelo preferiblemente), o en una cajita con algodón, para evitar que las perlas se rallen y se pierda el nacarado que las caracteriza.

Para una limpieza más exhaustiva de las perlas, es recomendable una solución de agua con un jabón muy suave.